Por Maria Cohut
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Las personas con la enfermedad de Alzheimer se ven cada vez más afectadas por la pérdida de la memoria, la desorientación y el deterioro de la toma de decisiones. Actualmente no hay cura para esta condición, pero los investigadores están tomando medidas para abordar algunas de sus fuentes fisiológicas en el cerebro.
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la formación de placas amiloides en el cerebro, que interfieren con el flujo de comunicación normal entre las células cerebrales. Estas placas están hechas de aminoácidos beta amiloides que se unen.
En los últimos años, investigadores de diversas instituciones han estado trabajando para desarrollar anticuerpos, un tipo de proteína aprovechada por el sistema inmune como parte de la respuesta inmune, capaz de interferir con el beta amiloide y prevenir la formación de placas en el cerebro.
Pero la búsqueda de anticuerpos efectivos, aunque prometedora, ha estado plagada de obstáculos y retrocesos. Es por eso que un equipo de investigadores del Hospital Brigham and Women’s en Boston, MA, ha llevado a cabo recientemente una serie de experimentos para identificar una mejor manera de dirigirse al beta-amiloide.
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Esto, esperaban, conduciría al desarrollo de un anticuerpo más eficiente para ser utilizado en la terapia de Alzheimer.
El investigador principal Dominic Walsh y su equipo idearon una nueva técnica para recolectar beta amiloide y prepararlo en el laboratorio.
Beta-amiloide: ¿Qué formas son tóxicas?
“Actualmente se están realizando muchos esfuerzos diferentes para encontrar tratamientos para la enfermedad de Alzheimer, y los anticuerpos anti- [beta-amiloide] son actualmente los más avanzados”, dice Walsh.
“Pero la pregunta sigue siendo: ¿a qué se dirigen las formas más importantes de [beta-amiloide]?”
“Nuestro estudio apunta a algunas respuestas interesantes”, agrega el investigador principal, y estas respuestas ahora se informan en un documento de acceso abierto publicado en la revista Nature Communications.
Como explican los investigadores, beta-amiloide se puede encontrar en muchas formas. En un extremo del espectro, está el monómero (un tipo de molécula), que no es necesariamente tóxico.
En el otro extremo, está la placa beta-amiloide, en la que las moléculas se enredan juntas. Las placas beta-amiloides son lo suficientemente grandes como para observarse con un microscopio tradicional y están involucradas en el desarrollo del Alzheimer.
En el estudio actual, así como en uno anterior, Walsh y su equipo han analizado las estructuras beta amiloides, en un esfuerzo por identificar las que son más nocivas en el cerebro. Al hacerlo, creían que podrían desarrollar un anticuerpo capaz de dirigirse específicamente a esos aminoácidos tóxicos.
Mejores técnicas, terapia más efectiva
Los investigadores señalan que, por lo general, los especialistas usan muestras sintéticas de beta-amiloide para crear un modelo de laboratorio de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro. Muy pocos científicos, Walsh y nota del equipo, recogen beta-amiloide de los cerebros de personas diagnosticadas con la enfermedad.
Hasta ahora, las técnicas de extracción de beta-amiloide han sido crudas, por lo que Walsh y sus colegas decidieron probar y perfeccionar el protocolo de extracción. Lo hicieron en un estudio reciente publicado hace unos meses en la revista Acta Neuropathologica.
En el estudio anterior, los investigadores notaron que el beta-amiloide se obtenía de forma más abundante usando el protocolo de extracción crudo; sin embargo, las muestras tendieron a producir aminoácidos no tóxicos.
Al emplear su técnica de extracción más reciente y más suave, el equipo aseguró menos beta-amiloide, pero la mayoría resultó ser tóxica, justo el tipo de beta-amiloide que los investigadores estaban interesados en alcanzar, para encontrar mejores tratamientos para la enfermedad del Alzheimer.
En el estudio actual, Walsh y su equipo se enfocaron en encontrar mejores medicamentos para atacar el beta-amiloide tóxico. Para ello, desarrollaron una nueva prueba de detección que requiere la extracción de muestras de cerebro de personas con Alzheimer, así como imágenes de células vivas, que permiten al científico monitorear células vivas, de neuronas obtenidas a partir de células madre.
Esta prueba de detección permitió al equipo descubrir un anticuerpo en particular, llamado “1C22”, capaz de atacar las formas tóxicas de beta-amiloide de manera más efectiva que otros anticuerpos que se están probando actualmente en ensayos clínicos.
“Anticipamos que esta técnica de cribado primario será útil en la búsqueda para identificar terapias más potentes anti-β-amiloideas en el futuro”, señala Walsh.