¿Puede nuestro entorno alimentar la adicción?

Por Ana Sandoiu

Una nueva investigación en la revista Learning and Memory explora el impacto de las señales ambientales en la adicción. Los hallazgos podrían mejorar el proceso de recuperación de la adicción.

Cuando entramos en un restaurante, la exposición a señales de comida, como ver y oler, puede aumentar nuestro apetito y hacer que lo deseemos, incluso si ya estamos llenos.

En la adicción, estas señales desencadenan vías de recompensa en el cerebro, lo que hace que sea muy difícil resistir los antojos.

Estas vías de recompensa implican la liberación de la hormona dopamina.

Esto también se conoce como el neurotransmisor “sexo, drogas y rock ‘n’ roll” porque nuestros cerebros lo liberan durante actividades placenteras.

Sin embargo, la dopamina también juega un papel crucial en el aprendizaje y la motivación. Estudios anteriores han demostrado que, en ausencia de dopamina, a los ratones les resulta más difícil aprender y recordar cosas nuevas.

Entonces, ¿qué sucede con el aprendizaje y la formación de la memoria en la adicción, durante los cuales el cerebro está acostumbrado a “sobreexcitarse” antes de recibir una droga?

Los científicos del Departamento de Psicología y Programa de Colaboración en Neurociencias de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, se dispusieron a investigar.

El profesor Francesco Leri es el último y correspondiente autor del nuevo estudio.

Cómo las señales relacionadas con las drogas afectan la memoria

Específicamente, el profesor Leri y sus colegas querían investigar los efectos de las señales de adicción a la nicotina y la cocaína en la formación de la memoria.

Como explican los autores del estudio, investigaciones anteriores habían demostrado que las señales ambientales relacionadas con la adicción activan las áreas del cerebro asociadas con el procesamiento emocional y la respuesta a los estímulos.

Esta es la razón por la que la vista de un área para fumar puede provocar fumar, lo que, a su vez, hace que una persona que fuma se sienta bien temporalmente.

Sin embargo, el profesor Leri y su equipo estaban interesados ​​en los vínculos entre la memoria y el aprendizaje. Los estudios anteriores habían demostrado que la cocaína y la nicotina mejoran la formación de la memoria a largo plazo, señalan los científicos.

En sus nuevos experimentos, administraron ratas de cocaína y nicotina y probaron su memoria colocándolos en cámaras de prueba y examinando qué tan bien recordaban los nuevos objetos.

Luego, condicionaron a las ratas para que asociaran las drogas con ciertos estímulos ambientales. Finalmente, probaron los recuerdos de las ratas cuando no habían recibido ningún medicamento pero sí estuvieron expuestos a los estímulos.

Estos experimentos revelaron que los recuerdos de los roedores eran más activos en cámaras donde los científicos les habían administrado medicamentos y los habían condicionado a señales asociadas con el medicamento, pero era menos activo en entornos libres de asociaciones de medicamentos.

Esto sugirió al equipo que cuando la nicotina y la cocaína se asocian con señales ambientales, estas señales pueden mejorar el aprendizaje y fortalecer los recuerdos.

“Esas señales adquieren poderosos efectos cognitivos”, dice el Prof. Leri, que “podrían usarse para mejorar el aprendizaje del proceso de recuperación”.

Según explican los autores del estudio, estos efectos de fortalecimiento de la memoria hacen que sea más difícil recuperarse de la adicción. Sin embargo, comprender el mecanismo podría hacer que la terapia conductual cognitiva sea más efectiva para tratar la adicción.

“Los estímulos en nuestro entorno, como los edificios, los objetos y los lugares, normalmente son bastante inocuos, [pero] cuando se asocian con drogas de abuso, pueden convertirse en modificadores de la función de la memoria”. -Prof. Francesco Leri

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