Cómo la ketamina puede cambiar el cerebro para combatir la depresión

Por Maria Cohut

Una nueva investigación en ratones, apoyada por los Institutos Nacionales de la Salud, muestra cómo la ketamina puede alterar los circuitos cerebrales, corrigiendo rápidamente los síntomas similares a la depresión.

Estudios previos han demostrado que la ketamina, un anestésico, puede reducir rápidamente los síntomas graves del trastorno depresivo mayor, en particular la aparición de pensamientos suicidas.

Sin embargo, los investigadores aún no están seguros de cómo actúa esta sustancia en el cerebro para combatir la depresión o cómo mantener sus efectos terapéuticos a largo plazo.

Por esta razón, un equipo de investigadores de la Universidad de Tokio en Japón, la Universidad de Stanford en California y Weill Cornell Medicine en Nueva York, Nueva York, recientemente se propuso comprender más sobre cómo la ketamina combate la depresión en el cerebro al estudiar su efecto en modelos de mouse

Esta investigación recibió el apoyo de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), quienes describen el trabajo como “investigación básica” que “es fundamental para promover nuevas y mejores formas de prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades”.

Los autores del estudio informan sobre sus hallazgos en un artículo científico que aparece en la revista Science.

Ketamina y circuitos cerebrales

“La ketamina es un tratamiento potencialmente transformador para la depresión, pero uno de los principales desafíos asociados con este medicamento es mantener la recuperación después del tratamiento inicial”, explica el Dr. Conor Liston, uno de los investigadores detrás del estudio.

Para descubrir cómo funciona la ketamina en el cerebro e identificar los mecanismos que reducen los síntomas de la depresión, los investigadores trabajaron con ratones que presentaban conductas indicativas de depresión.

Más específicamente, el equipo se centró en las espinas dendríticas. Estas son pequeñas protuberancias en las dendritas, que son extensiones de células cerebrales que ayudan a las neuronas a “comunicarse” entre sí. Las espinas dendríticas son las partes que reciben los estímulos que envían otras neuronas.

Los investigadores estudiaron las espinas dendríticas en la corteza prefrontal del cerebro de los ratones, tanto antes como después de haber expuesto a algunos roedores a una fuente de estrés. Encontraron que los ratones que mostraban conductas similares a la depresión después de experimentar el factor estresante perdieron las espinas dendríticas más rápidamente que los ratones de control. Además, estos ratones habían reducido la formación de nuevas espinas dendríticas.

El equipo también vio que la exposición de ratones experimentales al estrés condujo a una conectividad y coordinación de actividad neural más deficientes en la corteza prefrontal. Estos cambios, explican los investigadores, se relacionan con los comportamientos típicos en la depresión, que ocurren en respuesta al estrés.

Cuando los investigadores trataron a estos ratones con ketamina, encontraron que los animales recuperaron la conectividad funcional y la actividad neuronal normal en la corteza prefrontal, y ya no mostraron comportamientos compatibles con la depresión.

A las 24 horas de recibir solo una dosis de ketamina, los roedores que el equipo había enfrentado con una fuente de estrés no mostraron síntomas similares a la depresión. Los escáneres cerebrales también revelaron un aumento en la formación de espinas dendríticas completamente funcionales.

Los autores hacen una distinción entre estos hallazgos. Los ratones que recibieron ketamina, explicaron, mostraron mejoras de comportamiento dentro de las 3 horas de tratamiento, pero solo experimentaron una nueva formación de columna dendrítica entre 12 y 24 horas después del tratamiento.

“Nuestros resultados sugieren que las intervenciones dirigidas a mejorar la formación de sinapsis y prolongar su supervivencia podrían ser útiles para mantener los efectos antidepresivos de la ketamina en los días y semanas después del tratamiento”, señala el Dr. Liston.

‘Información adicional podría guiar los avances’

Aunque los investigadores admiten que tendrán que realizar más estudios para comprender los mecanismos exactos en juego, creen, basándose en sus hallazgos actuales, que la formación de nuevas espinas dendríticas puede ocurrir gracias al hecho de que la ketamina aumenta la actividad cerebral en el prefrontal corteza.

Los investigadores también encontraron que las espinas dendríticas probablemente desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la remisión de los síntomas similares a la depresión en ratones. Cuando el equipo intentó eliminar de forma selectiva las espinas dendríticas de los cerebros de los ratones, los roedores comenzaron a expresar comportamientos relacionados con la depresión una vez más.

La Dra. Janine Simmons, quien dirige el Programa de Neurociencia Social y Afectiva del Instituto Nacional de Salud Mental, y que no contribuyó al estudio actual, explica por qué es importante realizar nuevas investigaciones sobre el funcionamiento de la ketamina en el cerebro.

“La ketamina”, señala, “es el primer medicamento antidepresivo nuevo con un mecanismo de acción novedoso desde la década de 1980. Su capacidad para disminuir rápidamente los pensamientos suicidas ya es un avance fundamental”.

“Información adicional sobre los efectos a largo plazo de la ketamina en los circuitos cerebrales podría guiar futuros avances en el manejo de los trastornos del estado de ánimo”.

Dra. Janine Simmons

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