Por Tim Newman
Aunque la depresión y la obesidad a menudo vienen de la mano, la relación entre los dos es difícil de separar. Un nuevo estudio genómico a gran escala agrega nuevas evidencias.
Tanto la obesidad como la depresión son importantes problemas de salud a nivel mundial. Según los autores de las últimas investigaciones, cuestan a la economía mundial miles de millones de dólares cada año.
Estudios anteriores han observado que la depresión a menudo aparece en personas con sobrepeso u obesidad.
Sin embargo, los estudios observacionales no han podido demostrar si la obesidad causa depresión, ya que hay muchos factores competitivos a considerar.
Por ejemplo, la obesidad es un factor de riesgo para varias afecciones y, por lo tanto, podría ser que tratar con otros problemas de salud aumente la probabilidad de deprimirse, en lugar de que la obesidad sea la causa.
Algunos investigadores han argumentado que la relación podría ser al revés: la depresión es un riesgo para la obesidad.
Otros creen que la depresión y la obesidad se exacerban mutuamente. Por ejemplo, la obesidad puede hacer que la depresión sea más probable que ocurra inicialmente, pero una vez que surgen los síntomas depresivos, podrían aumentar la obesidad y dificultar que el individuo haga ejercicio.
Obesidad y depresión revisadas
Para obtener una mejor comprensión de esta complicada relación, los investigadores de la Universidad de Exeter en el Reino Unido unieron fuerzas con los científicos de la Universidad de Australia del Sur. Publicaron sus resultados en el International Journal of Epidemiology esta semana.
“La obesidad y la depresión son problemas de salud globales que tienen un gran impacto en las vidas y son costosos para los servicios de salud”, explica el autor principal, el Dr. Jess Tyrrell. “Hace mucho que sabemos que existe un vínculo entre los dos, pero no está claro si la obesidad causa depresión o viceversa, y también si el sobrepeso en sí mismo o los problemas de salud asociados que pueden causar depresión”.
El estudio utilizó datos genéticos para inspeccionar la relación causal entre la obesidad y la depresión. El equipo quería entender si un índice de masa corporal (IMC) más alto estaba relacionado con un mayor riesgo de depresión sin la presencia de otras afecciones de salud.
Los investigadores utilizaron datos genéticos y médicos de 48,000 personas con depresión y los compararon con más de 290,000 controles, por lo que es el estudio más grande para abordar esta pregunta hasta la fecha.
¿Impacto psicológico a culpar?
En general, como se esperaba, un IMC más alto se asoció con mayores probabilidades de depresión. Esta asociación fue más fuerte en mujeres que en hombres, confirmando hallazgos anteriores. Las mujeres con un IMC alto tuvieron un aumento del 21 por ciento en el riesgo, en comparación con el 8 por ciento en los hombres.
Al investigar a individuos con genes que los predisponen a la obesidad pero sin los que los predisponen a condiciones metabólicas, como la diabetes, conocida como “perfil metabólico favorable”, los investigadores podrían separar el componente psicológico de la obesidad.
En su análisis, explicaron una serie de variables que podrían influir en los resultados, incluida la posición socioeconómica, el consumo de alcohol, el tabaquismo y la actividad física.
Descubrieron que los individuos con un perfil metabólico favorable eran tan propensos a desarrollar depresión como los individuos con obesidad que tenían genes que los predisponen a desarrollar afecciones metabólicas. Este efecto fue más pronunciado en las mujeres.
Para volver a verificar sus hallazgos, también tomaron datos del Consorcio de Genómica Psiquiátrica. Y su segundo análisis arrojó resultados similares, agregando más peso a sus conclusiones.
“Nuestro robusto análisis genético concluye que el impacto psicológico de ser obeso es probable que cause depresión”. -Dr. Jess Tyrrell
Estos resultados proporcionan información vital, como explica el Dr. Tyrrell: “Esto es importante para ayudar a dirigir los esfuerzos para reducir la depresión, lo que hace que sea mucho más difícil para las personas adoptar hábitos de vida [saludables]”.
Sin embargo, la relación entre la obesidad y la depresión es complicada y las preguntas continúan. Como escriben los autores, “no hemos descartado [una] posible relación bidireccional causal entre un IMC más alto y depresión […] Se requieren más investigaciones para explorar el papel causal de la depresión en el índice de masa corporal y la obesidad”.
Debido a que la depresión y la obesidad pueden tener profundos impactos en los individuos y en la sociedad en general, es probable que la atención científica continúe observando sus vínculos.