Por Ana Sandoiu
Un nuevo estudio, ahora publicado en el Journal of Sleep Research, examina los efectos de las siestas cortas sobre la capacidad del cerebro para procesar información inconsciente.
El sueño es clave tanto en la formación de la memoria como en la consolidación de nueva información.
Las tecnologías de vanguardia ahora permiten a los científicos ver dónde se lleva a cabo el aprendizaje del cerebro y cómo la privación del sueño interfiere con la neuroplasticidad del cerebro.
La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para responder y adaptarse a los estímulos que recibe del entorno.
Lo que sucede “bajo el capó” cuando estamos dormidos también ha sido el foco de numerosos estudios.
Según una investigación que Medical News Today informó recientemente, los científicos pudieron localizar recuerdos específicos y fortalecerlos mientras los participantes del estudio estaban dormidos usando ciertas señales auditivas.
Ahora, un nuevo estudio intrigante se centra en el efecto de las siestas diurnas sobre la capacidad del cerebro para procesar información de la que no somos conscientes.
Además, el estudio examinó cómo las siestas diurnas afectan el comportamiento consciente y el tiempo de reacción de la elección, es decir, la velocidad con la que el cerebro procesa la nueva información.
Liz Coulthard, profesora consultora senior en neurología de la demencia en la Escuela de Medicina de la Universidad de Bristol en el Reino Unido, dirigió la nueva investigación.
Las siestas ayudan a procesar información inconsciente
Coulthard y sus colegas reclutaron 16 voluntarios para el estudio y asignaron dos tareas a los participantes del estudio.
En la primera, una “tarea principal enmascarada”, los investigadores presentaron información a los participantes brevemente para que no tuvieran tiempo de registrar la información conscientemente.
En la segunda tarea (control), los participantes respondieron cuando se les mostró un cuadrado rojo o azul en una pantalla.
Después de realizar las tareas, los participantes del estudio se mantuvieron despiertos o tomaron una siesta de 90 minutos. Entonces, todos los voluntarios hicieron las tareas de nuevo.
Los investigadores midieron la actividad cerebral de los participantes antes y después de la siesta utilizando un electroencefalograma. También probaron el tiempo de reacción de elección de los participantes.
El estudio encontró que las siestas aumentaron la velocidad de procesamiento en la tarea principal enmascarada, pero no en la tarea de control sin máscara. Esto sugirió a los investigadores que las siestas ayudan específicamente al procesamiento de la información que se adquirió inconscientemente.
Por lo tanto, incluso un corto período de sueño puede ayudar a procesar la información, mejorar nuestros tiempos de reacción y potencialmente influir en nuestro comportamiento cuando estamos despiertos.
Estos hallazgos refuerzan la idea de que la información que “percibimos” se procesa inconscientemente durante el sueño, y que el sueño puede ayudarnos a tomar decisiones cuando estamos despiertos.
Coulthard comenta sobre estos resultados y dice: “Los hallazgos son notables porque pueden ocurrir en ausencia de una conciencia consciente inicial e intencional, al procesar las pistas presentadas de forma implícita debajo de la conciencia consciente de los participantes”.
Sin embargo, los investigadores planean emprender más trabajo en el futuro. “Se necesita más investigación en un tamaño de muestra más grande”, agrega, “para comparar si y cómo los hallazgos difieren entre las edades, y la investigación de los mecanismos neuronales subyacentes”.