Por Maria Cohut
Los seres humanos han estado haciendo, escuchando y bailando música desde tiempos inmemoriales, y este arte puede calmar o amplificar fácilmente nuestras emociones. Una nueva investigación explica qué “acordes” golpea la música en el cerebro y cómo se relaciona con ciertos procesos cognitivos, particularmente el aprendizaje.
En los últimos años, los investigadores han mostrado más interés en cómo la música puede beneficiarnos pragmáticamente de muchas maneras.
Por ejemplo, estudios como este, que Medical News Today cubrió la primavera pasada, han sugerido que las personas con enfermedad de Alzheimer que enfrentan ansiedad y otras emociones estresantes se enfrentan mejor cuando escuchan música.
Escuchar ciertos tipos de música puede incluso alterar nuestra percepción y cambiar la forma en que vemos socios potenciales, mientras que las canciones felices pueden ayudar a aumentar nuestra creatividad.
En un nuevo estudio, cuyos hallazgos aparecen en la revista PNAS, los investigadores de la Universidad McGill en Montreal, Canadá, han demostrado que podemos usar la música para activar el centro de recompensa del cerebro y motivar el aprendizaje en un modelo de predicción de errores.
“Aunque muchos autores han propuesto que las emociones y los placeres intensos de la música provienen de las expectativas, las predicciones y sus resultados, […] faltan pruebas directas de esta proposición”, escriben los investigadores.
La investigación actual finalmente llega al fondo de esta propuesta, utilizando una tarea de aprendizaje de recompensa musical y una resonancia magnética funcional para comprender cómo la música placentera motiva al cerebro a aprender y luchar por su recompensa.
La música como recompensa que ‘apoya el aprendizaje’
El equipo trabajó con 20 participantes de entre 18 y 27 años, a quienes solicitaron participar en un experimento de recompensa musical. Cada persona tenía que elegir una combinación de colores y direcciones, y cada combinación tenía una probabilidad diferente de que el participante escuchara música agradable o una pista de audio disonante y desagradable.
Después de algunos intentos, los participantes aprendieron qué combinaciones deberían elegir para aumentar sus posibilidades de acceder a la agradable recompensa musical.
Mientras los voluntarios participaban en esta tarea, los investigadores utilizaron la RM funcional para medir su actividad cerebral. Luego, utilizando un algoritmo especial, los investigadores calcularon la diferencia entre la frecuencia con la que los participantes esperaban recibir su recompensa y la cantidad de veces que realmente la recibieron.
Al seguir comparando estos datos con las imágenes de resonancia magnética funcional, el equipo encontró que las predicciones correctas se correlacionaban con una mayor actividad en un área del cerebro llamada el núcleo accumbens, investigación previa relacionada con la experiencia de placer al escuchar música.
Este hallazgo indica que la música es, en sí misma, una recompensa viable y que puede proporcionar suficiente motivación al cerebro para aprender nueva información que le permitirá acceder a esta fuente de placer con mayor facilidad.
Además, los participantes que encontraban las combinaciones correctas y hacían las predicciones correctas con mayor frecuencia, que se correlacionaban con una mayor actividad en el núcleo accumbens cada vez, también hacían el mayor progreso de aprendizaje a lo largo de las tareas.
“Este estudio se suma a nuestra comprensión de cómo los estímulos abstractos como la música activan los centros de placer de nuestros cerebros”, explica el autor del estudio, Benjamin Gold.
“Nuestros resultados demuestran que los eventos musicales pueden provocar errores de predicción de recompensa modelados formalmente como los observados para recompensas concretas, como la comida o el dinero, y que estas señales apoyan el aprendizaje. Esto implica que el procesamiento predictivo podría desempeñar un papel mucho más amplio en recompensa y placer que previamente realizado “. -Benjamin Gold