Por Maria Cohut
Investigaciones anteriores han demostrado que el ejercicio es beneficioso para el cerebro y que ayuda a tratar la depresión y previene el deterioro cognitivo. Entonces, ¿cuál es la importancia de la postura y el movimiento para el cerebro? Un nuevo estudio investiga.
Muchos estudios han argumentado que un cierto nivel de ejercicio es beneficioso cuando se trata de proteger la función cognitiva y que llevar un estilo de vida sedentario afectará negativamente el cerebro de una persona.
Por ejemplo, un estudio cubierto en Medical News Today a principios de este año mostró que el ejercicio aeróbico ayuda a preservar la salud del cerebro, manteniendo a raya las enfermedades neurodegenerativas, como la demencia.
Las investigaciones del año pasado incluso sugirieron que caminar 4.000 pasos cada día puede mejorar la función cognitiva en adultos mayores.
Otro estudio reciente respaldó estos hallazgos desde la perspectiva inversa, explicando que el hecho de estar sentado perjudica al lóbulo temporal, un área del cerebro que desempeña un papel esencial en el procesamiento de las memorias y el lenguaje.
Ahora, tres investigadores de Ludwig-Maximilians-University Munich en Alemania, Gordon Dodwell, Hermann J. Müller y Thomas Töllner, han encontrado nuevas pruebas de que el ejercicio aeróbico protege el cerebro.
Además, su nuevo estudio muestra cómo sentarse, pararse y caminar impactan cada memoria visual de trabajo, que es la capacidad del cerebro para almacenar información visual de forma espontánea, para usar en una tarea actual.
Los hallazgos del estudio aparecen en línea en el British Journal of Psychology.
Actividad moderada vs. no actividad
“Se ha encontrado que el ejercicio aeróbico agudo influye en el rendimiento cognitivo tanto posterior como concurrentemente [durante y después del ejercicio]”, escriben los científicos en el documento de estudio.
“Sin embargo, la influencia en el desempeño ejecutivo durante el ejercicio agudo es menos clara, ya que varios informes proporcionan una teoría contradictoria y evidencia sobre la dirección de los efectos”, añaden los autores.
Por esta razón, decidieron usar la electroencefalografía (EEG), una técnica que permite a los investigadores monitorear la actividad cerebral de una persona mediante el registro de impulsos eléctricos, para ver cómo realizarían las personas las tareas de memoria visual mientras están en una postura pasiva o físicamente activas.
El equipo reclutó a 24 participantes que realizaron pruebas de EEG mientras realizaban la tarea de memoria en diferentes condiciones: mientras estaban sentados en una bicicleta estacionaria, mientras pedaleaban, mientras estaban de pie en una cinta de correr, y mientras caminaban en una cinta de correr.
El autor principal, Thomas Töllner y sus colegas, encontraron que la memoria de trabajo visual de los participantes parecía funcionar mejor cuando andaban en bicicleta o caminando, en lugar de sentarse o simplemente pararse.
Además, cuando se trataba de la postura, los investigadores observaron que estar de pie ayudaba a minimizar los errores cuando los participantes realizaban su tarea.
“Nuestros resultados de comportamiento indican que tanto el ejercicio aeróbico agudo como la postura vertical aceleraron la velocidad general del procesamiento en comparación con las condiciones pasivas y sentadas, mientras que la postura vertical también sirvió para reducir las tasas de error”, escribieron los autores en su artículo.
¿Qué pasa en el cerebro?
Basados en las mediciones del EEG, así como en el desempeño de los participantes en las tareas de la memoria de trabajo visual, los investigadores sugieren que las áreas del cerebro que pueden recibir un impulso durante el ejercicio aeróbico moderado son la red frontoparietal (el “centro de atención” del cerebro), y La corteza prefrontal dorsolateral (clave para la memoria de trabajo y la atención selectiva).
En resumen, las redes de funciones ejecutivas del cerebro parecen beneficiarse durante, y no solo después, del ejercicio aeróbico.
Esto, argumenta el equipo, contradice los modelos existentes que han sugerido que “el ejercicio desconecta las funciones de orden superior de la corteza prefrontal” debido a los recursos de energía limitados.
“Nuestros hallazgos tienen implicaciones no solo para el campo de la psicología cognitiva, en donde nuestro conocimiento se deriva principalmente de participantes sentados y descansados, sino también para nuestra comprensión del rendimiento cognitivo en general”. -Thomas Töllner
“Aunque la sociedad moderna ha evolucionado para volverse cada vez más sedentaria, nuestros cerebros pueden funcionar mejor mientras nuestros cuerpos están activos”, especula Töllner.